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Esas voces olvidadas entre bullicios sordos de nadie. Los acordes, sin destino, con un sólo propósito: revolcarse hasta en el más recóndito lugar, entre inocentes pensamientos, consumistas deseos, entre juegos de palabras de belleza valuable. Pudo ser del más gran trovador, del poeta con menos borrones en sus trazos. O pudo ser del idiota más comerciante. Y, entonces, sírvase hacer uso de su "liquid paper" en mis palabras.
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Me encanta cuando me prohiben hacer cosas. Así fue como empecé a ver el mundo desde la otra vereda. Se transforma en un reto, en una lucha eterna. Pero no quiero vivir luchando, al menos no porque sea un reto. Lucharé, sí, pero por lo que siento, por los que amo, por los que quiero. Por ese hombre en blanco y negro que quebró mi orden y volvió de esto un caos. Porque también, lo confieso, me encanta el caos. Y creo que me sale más cómodo vivir en él. A ti también. Duermes tranquilo pensando que hiciste lo correcto, que no hiciste daño y que mis "estoy bien" son sinceros, cuando en realidad me aburrí de la vida. Me aburrí de ser buena.