Intentos

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Me gustaría poder resumir todo en una simple palabra.

Ahorrarme un sin fin de segundos que podr
ía usar en alguno que otro juego, en alguno que otro sueño.

Me gustar
ía soplar las pelusas ocultas de la luz del sol, dedicar mi tiempo a hacer burbujas tecnicolores, volver a ser un niño sin preocupaciones más que la felicidad.
Me gustar
ía... pero no puedo.
Un día decidí que quería crecer y me arriesgué. Sabía que sería uno de los retos más difíciles e irreparables. El estanque estaba frente a mí. Debía lanzarme sin más titubeos. Así fue como me sumergí en el mundo del narcisismo, de lo irreverente. Creo que es la historia que todo adulto cuenta a sus hijos para evitar que crezcan. O debiese serla. Hoy el tiempo avanza a tropezones, pero a gran velocidad. Hoy
no hay tiempo. Pero fue mi error por no averiguar más. Debí acercarme a esos estantes llenos de libros (gigantes para ese entonces) y buscar más acerca de este mundo irreal. Debe existir alguna enciclopedia que advierta las cualidades de sus habitantes.
Al llegar todo parecía nuevo. Me repetía una y otra vez que no debía ser mal educado pues sabía que no se trataba de lo que yo quer
ía, sino de lo que el resto diría (creo que oí decirlo de mi abuelo un par de veces, puedo decir que lo sabía). Sin embargo no daba resultado. Era como si me hubiese vuelto invisible para ese resto, como si tuviese que mirar siempre hacia adelante, sin importar lo que hubiese a mi lado o detrás. Los rostros desfigurados paseaban su mirada sin mirar nada en particular. Me acerqué para ser sociable, tal como mi primer día de clases en mi colegio nuevo. Pero no recibí ninguna de las muestras de alegría y cordialidad a las que estaba acostumbrado. Sería más difícil enfrentar este reto sin amigos con quienes jugar por las tardes para evitar las labores escolares. Sería más difícil olvidar mis buenos modales para adoptar los propios de los seres inertes que me acompañarían en mi nuevo mundo. Quería volver.
Reitero a los sres. escritores, debiesen publicar alguna buena enciclopedia para que ningún niño del futuro cometa mi error.
Intenté escalar por la quebrada que me lancé. Intenté. Y sólo conseguí un par de risas de parte de mis nuevos compañeros. Creí que les resultaba cómico, lo cual me agradó mucho (ya empezaba a creer que debía olvidar mi sonrisa de niño). Pero terminé por entender que no era cómico, sino que era una manera de ridiculizarme frente al resto. Terminé por desistir. De niño hubiese luchado por lo que quería, pero había algo nuevo que me lo impedía.
Hoy, tras años de adiestramiento en este mundo sumergido me doy cuenta de que una enciclopedia hubiese salvado mi vida y la de muchos niños que con los días me encontré en este mundo, en el mundo opaco y desfigurado, gris y olvidado.